Este retrato propiedad de uno de los descendientes del Marqués de Remisa sufrió un golpe en un traslado, produciéndole un desgarro que cortó la obra por la mitad. Vamos a comentar el proceso de restauración seguido de cómo arreglar un cuadro roto.

El primer paso es proteger la obra ante el inminente traslado de la obra para proceder a su restauración.  Los dueños habían protegido la obra embalándola con mantas, pero como no era necesario trasladar el voluminoso marco, se procedió en primer lugar a desmontar el marco del lienzo.

A continuación hay que plantearse según sean las medidas de la raja, si es necesario fijar los extremos de la tela de alguna manera, para que el simple movimiento por el traslado, no haga mover y vibrar esta zona, provocando más daños. A veces basta con colocar un poco de cinta de pintor en el reverso, porque es fácil de quitar después.

Proceso de restauración: Cómo arreglar un lienzo roto

Una pintura rasgada de estas dimensiones (prácticamente de extremo a extremo), no se puede arreglar con parches. Es necesario un reentelado completo, también llamado forración. Por poder, podemos colocar un parche en tela o en tejido sintético para restaurar una pintura rajada de estas dimensiones, pero hay que tener muy claro que el soporte que coloquemos por detrás, va dar cuerpo suficiente para ello. Un reentelado es un proceso más complejo, pero nos asegura un tiro uniforme y la suficiente rigidez y elasticidad del cojunto.

Corrigiendo deformaciones del cuadro y protegiendo

Una vez trasladado al taller y con espacio para mantener la obra en una superficie plana, es necesario proteger el lado visto con papel de seda y cola animal. Lo que los restauradores empleamos habitualmente es lo que llamamos de manera abreviada cola de conejo como adhesivo: una mezcla de pieles y huesos cocidos y rebajada en agua a la que añadimos algún tipo e fungicida como el fenol. Depende de si es para proteger o para sentar color y fijar capas sueltas en pintura o escultura, las concentraciones serán siempre distintas.

Es necesario acercar los extremos rotos hasta su posición correcta si vamos a empapelar la cara vista de montando sobre los dos flecos. Si la tela no está en su sitio, el resultado no será bueno logicamente. De alguna manera necesitamos conseguir la alineación de las caras, y si la tela esta destensa, el trabajo se complica aún más. Es decisión del restaurador si protege la obra antes o después de desmontar la tela del bastidor. Cada cual tendrá su sistema. El nuestro es valorar si los extremos que no se han roto, y la fijación al bastidor ayudan a casar las partes. En este caso ayudaba,  pero para fijar la tela por detrás previamente. Después procedimos a desmontarla para clavarla de nuevo sobre una tablero de madera, para proceder a proteger con el papel de seda y la cola de conejo. Es necesario hacerlo así, porque al aplicar la cola estamos dando humedad a la tela, y esta se va a mover y encoger. Al poner el papel de seda, este queda semiopaco y no vamos a poder comprobar si las zonas del cuadro rajado casan entre si.

Una vez protegida la obra y comprobado que no hay abolsados y los posibles levantamientos y arrugas estén corregidos, procedimos a preparar la tela necesaria para el reentelado. Debemos buscar una tela lo más cercana a la original en naturaleza, textura y firmeza. Es importante que las propiedades físicas y químicas  de ambas telas sean análogas para que los movimientos por captación de humedad relativa vayan afines.

La nueva tela se monta en un telar para eliminar su apresto y fatigarla para que adquiera estas condiciones afines. Se humedece y se estira en un telar especifíco.

Una vez protegida la obra y comprobado que no hay arrugas y los posibles levantamientos y arrugas estén corregidos, procedimos a preparar la tela necesaria para el reentelado. Debemos buscar una tela lo más cercana a la original en naturaleza, textura y firmeza. Es importante que las propiedades físicas y químicas  de ambas telas sean análogas para que los movimientos por captación de humedad relativa vayan afines.

La nueva tela se monta en un telar para eliminar su apresto y fatigarla para que adquiera estas condiciones afines. Se humedece y se estira en un telar especifico. Y vamos preparando el adhesivo que emplearemos para unir ambas telas. Este “pegamento” es necesario que sea estable y reversible como marcan los criterios internacionales en el mundo de la restauración de obras de arte. Según el tipo de obra, la tela, sus propiedades físico y dinámicas, su estado de conservación y daños sufridos deberemos emplear uno u otro método. Nos decidimos por emplear el método “a la gacha” llamado así porque se parece a preparar una gachas tradicionales, a la que se le añaden otros adhesivos como la colletta italiana y fungicidas. Este es un proceso muy delicado y laborioso de realizar para un inexperto en la materia. E incluso restauradores que lo van a realizar por primera vez, es aconsejable que lo hagan acompañando a un restaurador con experiencia, para tomar bien nota de todo el proceso, fijarse en los pequeños detalles, y estar muy atentos a como evoluciona la obra. Si la gacha resulta floja, las telas se desorenderan. Si nos queda fuerte el resultado será excesivamente rígido. Si tiene grumos acabaremos con abolsados. Hay muchos parámetros que pueden dar al traste con el proceso. También conozco profesionales que reentelan ante daños mínimos al soporte. Como siempre, es necesario valorar el estado de la obra y razonar que necesita.

Reforzando la tela soporte

El proceso de restauración continúa aplicando el adhesivo a las dos telas protegiendo la tela nueva para que la gacha no traspase. Mejor si somos dos personas o más a la hora de situar la tela original sobre las marcas de la tela nueva. a partir de aquí con presión y calor, según los tiempos y temperaturas que marque la experiencia del restaurador, para conseguir un perfecto reentelado, que ayudará a corregir imperfecciones en las obras que aun presenten levantamientos, grietas, cazoletas, etc y que necesiten de un sentado de color.

Con la obra ya seca completamente, procederemos a quitarla del telar, y retirar la protección del papel de seda para proceder al montaje en su bastidor. Hay quien lo monta en el bastidor y luego retira el papel. No es un método con el que estemos de acuerdo. Retirar el papel de seda y los restos de cola hace que la tela adquiera mucha humedad dando elasticidad a toda la obra. Es el momento de ser rápidos y montar el conjunto de las dos telas en el bastidor, tirando bien del conjunto para su correcto tensado. Hay que tener mucho cuidado de no tirar mucho de cuñas porque la tela luego secará y se destensará, y será el momento de volver a tensar una vez este completamente seca. El traslado final a la hubicación definitiva suele provocar otro cambio de humedad relativa en el entorno, luego debemos estar atentos también a como queda la tela una vez hemos terminado el proceso de restauración.

Limpieza de barniz y suciedad de la capa pictórica

El resto de pasos para el arrreglo de un lienzo roto suele ser una limpieza superficial o de barnices oxidados y suciedad. A la hora de limpiar una pintura, cada obra es un mundo y cada cual necesita un camino específico. En el caso de este cuadro rasgado, fue necesario retirar barnices oxidados y suciedad acumulada.

La zona de tela rasgada necesita nivelar lagunas con un estuco a base de yeso y cola animal similar al original. Una vez aplicado y rasurado, es el momento de ver bien que tal han quedado niveladas las dos telas. Siempre hay flecos e hilos sueltos que entorpecen el resultado, Debemos limpiarlos y volver a estucar muchas veces, porque no siempre quedan bien eliminados a la primera, antes de aplicar el estuco.

Reintegración a color

El último proceso suele ser  uno de los más difíciles para un óleo rajado: reintegrar a color las zonas de faltas. Para ello los restauradores empleamos de nuevo materiales estables y reversibles que se viene a reducir a acuarelas como base y pigmentos al barniz para terminar e igualar con la capa pictórica original. Esta es una fase de mucha delicadeza, de mucha paciencia, de muchas horas no facturadas la mayoría de las veces. Los pigmentos al barniz se secan de un día para otro, destrozan los pinceles, se opacan y viran al secar de manera que a veces vamos un poco a ciegas. Al barnizar muchas veces se nos cambia ligeramente algún matiz, y los colores viran ligeramente, de manera que tenemos que insistir de nuevo hasta dejarla de nuevo terminada.

Todo este proceso es el mismo que se muestra en la restauración de la pintura Retrato de mujer.

A continuación, la galería de fotos donde se puede apreciar la evolución en el proceso de restauración del cuadro rasgado.

Gaspar de Remisa Miarons, Marqués de Remisa

Comentar que este cuadro es una copia del original expuesto en el museo del Romanticismo situado en la sala despacho y pintado por Vicente López Portaña.
Para saber  más acerca del Marqués de Remisa:  Entrada en la wikipedia, documento acerca de la exposición en el museo del Romanticismo, cuadro expuesto en la sala del despacho en el museo, retrato de su mujer Concepción remisa pintado por Federico de Madrazo y expuesto en el museo del Prado.