Hay veces que nos vienen obras que aunque tengan mucho trabajo, dejan un buen sabor de boca por el resultado obtenido. Este es el caso de esta restauración de pintura religiosa al óleo de siglo xvi Cristo crucificado. Examinando la obra los materiales, la técnica empleada y el soporte eran de buena calidad. La obra respondió bien a todos los tratamientos y fué deparando sorpresas agradables.
Procesos de restauración de pintura al óleo
Cada cuadro tiene unas patologías determinadas. Las técnicas empleadas para la restauración de una pintura del siglo xvi pintada al óleo, son similares a si es óleo sobre tabla o acrílicos sobre lienzo. Segun nos acercamos a finales de siglo xix y posteriores, las técnicas artísticas y los materiales van cambiando. El sentado de color para fijar la capa pictórica puede diferir porque las telas son más industriales y pueden no llevar capa de preparación.
Estudiando la obra
El cuadro portaba un bastidor estrecho, sin cuñas y con los bordes a 90 grados. Se mostraba muy seco, sucio, con los barnices muy oxidados, con golpes e intervenido anteriormente. La zona inferior exhibía un parche y estaba comleptamente repintada y ocultando la capa pictórica original.
Desmontaje
Procedimos desmontando la tela del bastidor. Protegimos la obra para realizar un sentando el color que eliminase las arrugas y bolsas y a fin de regenerar la capa de preparación. La tela es bastante gruesa, del tipo goya pero menos tupida. En el reverso tenía grandes manchas de resto de cola de tipo animal gruesa , oscura y muy adherente. Se apreciaban intervenciones anteriores en todo el cuadro. Preparamos la tela para proceder a una forración tradicional con gacha como adhesivo y sobre telar metálico extensible.
Nuevo bastidor
Es una pena deshacerse del bastidor original pero era muy fino, fijo y sin cuñas. No cumplía su función de soporte. Guardamos esta madera para futuras ocasiones. Colocamos un nuevo bastidor de madera de pino curada, con cruceta, de grosor y ancho mayores a los que tenía el cuadro orginal.
Limpieza de barnices oxidados y repintes
Se eliminaron las capas antiguas de barniz oxidado y suciedad dejando unas catas para su registro fotográfico. Ver Fot. 01 con cata de limpieza alrededor del ojo de crito crucificado. En este punto procedimos a eliminar todos los repintes de la zona inferior sobre la base de los candelabros y alrededor de las cabeza de los ángeles. Segun vamos avanzando en la restauración de esta pintura, van surgiendo más repintes de los que se apreciaban al principio. Surgieron unos tonos claros blanquiazules que han estado ocultos por los repintes de tono bruno. La zona se encontraba muy perdida pero se consiguió recuperar el estado original de la obra. Se eliminó una especie de cartón que tapaba una agujero en el centro. Este se repuso con un injerto de tela de similares características. Ver Imagen 06 y 07.
Reintegración
Procedimos a reintegrar con acuarelas hasta dejarlo lo más cerrado posible. Después de barnizar fue necesario dar retoques con pigmentos al barniz de la casa Maimeri Restuaro.
Historia de los evangelios
No encontramos en los Evangelios un relato detallado de las últimas horas de la vida de Jesucristo. La Crucifixión debía ser algo tan cotidiano que apenas se menciona.
Los comentarios acercas de la vida y muerte de Jesús, hemos de buscarlos en los Evangelios de Juan, Mateo, Marcos, y Lucas.
Jesús fue azotado, lo vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: «Salud, rey de los Judíos». Fue obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta el Calvario, que significa, en arameo, «lugar del cráneo». En momentos de desfallecimiento, Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cirene.
Crucifixión
Tras crucificarlo, los soldados se repartieron sus vestiduras. En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los Judíos», que a menudo en pinturas se abrevia INRI («Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum», literalmente «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos»). Fue crucificado entre dos ladrones.
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Elí, Elí, lemá sabactani», que en arameo significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», según los evangelios de Mateo y Marcos. Las palabras finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios. También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona también a la madre de Jesús y al «discípulo a quien amaba» (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del evangelio no se menciona su nombre).
Restauración de pintura siglo xvii